Introducir la perspectiva de género en el análisis de la realidad de la COVID-19 es un objetivo planteado por la Comisión de Igualdad e Irsearaba. Después de la pasada reunión de la Comisión, en la cual pudimos encontrarnos presencialmente, compartimos algunas de las principales necesidades detectadas en nuestros proyectos y programas de acción social, con una mirada feminista. Estas reflexiones son fruto de un análisis de observación participante por cada una de las componentes de la comisión, y necesitarían de un estudio más riguroso para poder ser generalizadas a otros proyectos.
¿Qué tendrá que ver el género y el feminismo con esta pandemia?
Quizá muchos lectores y lectoras tengáis esta pregunta en la cabeza. La crisis sanitaria actual ha puesto sobre la mesa muchas de las cuestiones que el feminismo ha aportado al análisis de nuestras sociedades en las últimas décadas. Durante esta cuarta ola feminista se han hecho múltiples aportaciones teóricas frutos de análisis políticos, socioeconómicos y psicosociales que ahora se revelan como ciertos. La revolución de las tareas de cuidados y la centralización en la economía de la sostenibilidad de la vida son más que nunca necesidades expresas de una sociedad en crisis. En los proyectos y programas de Irsearaba vemos el reflejo de esta situación.
Impacto laboral
Los vulnerables, más vulnerables
Las familias que atendemos desde Irsearaba, desde los diferentes programas, están en diferentes situaciones de riesgo de exclusión social (desde riesgo leve, moderado a grave según BALORA). Así pues, muchas han notado más fuertemente esta crisis económica en sus hogares. Sin embargo, coinciden en algunas cuestiones transversales de género:
– Se ha podido detectar que hay más mujeres que hombres que no han tenido ingresos durante este confinamiento. Atribuimos esta realidad a las condiciones de economía sumergida en las que muchas de estas mujeres trabajan: cuidadoras, limpiadoras, etc.
– Han existido ofertas de empleo en algunos sectores como el agrícola, donde han tenido más oportunidades de encontrar empleo los hombres. Pues, ante la elección de quedarse en casa de cuidador/a es la mujer la que se ha quedado con los hijos e hijas y el hombre quien ha optado a las escasas oportunidades laborales surgidas en este periodo.
Teletrabajo e intervención social
Desde la Comisión de igualdad, con representación de todos los programas de Irsearaba, también hemos comentado la realidad de nuestro sector, intervención social, en esta situación de crisis. El teletrabajo en una profesión que pone los cuidados en el centro, ha sido muy difícil y en ocasiones imposible de implantar. El vínculo educativo, así como las muestras de afectividad entre profesionales y las personas con las que intervenimos, se ha visto muy afectado y dañado en este tiempo. En algunos casos si se ha podido mantener relación, incluso se ha reforzado en aquellos programas residenciales. Sin embargo, detectamos una importante necesidad de recuperar dicha confianza y afecto en aquellos casos en los que la comunicación ha sido difícil.
Además, vislumbramos la carga emocional, frustración e impotencia que esta realidad puede generar en los y las profesionales de la intervención social.
Cuidados y Corresponsabilidad de tareas
Como ya anticipábamos al inicio de este post, los cuidados son la gran batalla del feminismo en la actualidad. Así se ve reflejado también en nuestro recién estrenado Plan de Igualdad. Por ello, no es de extrañar que sea uno de los ámbitos en los que más necesidades se han detectado durante este tiempo.
- Aumenta la presencia de los hombres en muchas casas (tele-trabajando, en ERTE, o directamente desempleados). Esta situación ha provocado la necesidad de un reajuste en la organización del hogar, reparto de tareas, y asunción de responsabilidades. Esto no es tarea fácil para ningún hogar y requiere de muy buena comunicación, trabajo en equipo y habilidades emocionales, entre otras. Cuestiones que suelen ser puntos débiles en muchas de las personas con las que trabajamos. Es por ello que han aumentado las situaciones de estrés, conflictividad y tensión en los hogares. En la mayoría de situaciones, esto se ha detectado como una sobrecarga para la mujer en cuanto a trabajo doméstico y cuidados.
- En este sentido, se observa que, durante las primeras fases de la desescalada, hay muchos más hombres en la calle. (las compras en los supermercados, la presencia en las calles, la realización de deporte, los primeros paseos permitidos para los niños y niñas…) son asumidos por hombres en un gran porcentaje.
- En los programas residenciales se ha detectado un reparto desigual, de forma informal y o implícita, en las diferentes tareas a acometer. Así pues, han sido las educadoras las que han ejercido un rol de cuidadoras, limpiadoras (tareas de limpieza asociadas a la prevención del COVID-19) o incluso de muestras de afecto (mimos) de forma más cotidiana prestando mayor atención al acompañamiento en la gestión emocional.
- También es importante nombrar el autocuidado y reflexionar sobre su existencia o no en las personas atendidas. Así pues, hemos detectado que en los casos en los que se estaba consiguiendo generar estos espacios personales, en mujeres principalmente, han desaparecido. En la actualidad se detecta una ausencia total de autocuidados, que se refleja en frases como “Lola ahora no existe. Solo los hijos y el marido”, cuando la educadora pregunta “¿Pero tú como estás Lola?”
- Por último, y más relacionado con las consecuencias de un reparto desigual de funciones y tareas, lo cual potencia los roles de género, hemos detectado diferentes comportamientos en adolescentes chicas que en adolescentes chicos. Se ha detectado un uso de las TICs muy desigual en chicas que, en chicos, adquiriendo las primeras un rol de “seductoras” en las redes sociales y ellos un rol de “malotes”. Esta situación ha generado diferentes formas poco saludables de relación entre los y las menores en una etapa evolutiva en la que el autoconcepto, la autosetima y la propia identidad se forma a partir de dichas interacciones con los iguales.
Impacto emocional. Salud.
Este es uno de los ámbitos más afectados por esta pandemia. El impacto emocional y psicosocial que ha tenido, tiene y tendrá esta crisis, es algo que todavía no sabemos con certeza.
A continuación, ponemos algunas de las consecuencias, que hemos observado, en los comportamientos de las personas con las que trabajamos, especialmente de las mujeres con las que trabajamos.
- Algunas de las personas atendidas han mostrado miedo y reticencia a salir a la calle en el momento en el que estaba permitido. En su gran mayoría han sido mujeres, con grandes temores a enfermar, pensando en que, si esto sucede, su hogar no puede salir adelante sin ellas. Es decir, una sobrecarga emocional de rol de cuidadora ejercido habitualmente, que coloca a las mujeres en un lugar imprescindible para el funcionamiento de su hogar. Esta situación que ya existía previamente a la crisis de la COVID-19 y que es perjudicial para todo el sistema familiar, es una situación que se ha revelado notablemente en esta época.
- En las menores adolescentes se ha detectado también más reticencias a salir a la calle y juntarse con sus iguales cuando ha habido ocasión. En especial se ha manifestado miedo y angustia, y de forma más señalada en jóvenes con influencia de culturas subsaharianas.
- Se observa que hay una clara relación en el eje de deporte y figuras masculinas. Cuando comienza la desescalada y se permite salir a la calle a hacer deporte, son la mayoría de ellos hombres. Existe una gran diferencia entre el número de deportistas hombres y mujeres desde la infancia, pues se favorece y potencia más la práctica deportiva en ellos que en ellas, además de tener menos referentes y espacios o agrupaciones deportivas donde poder participar como chica. Esto ha generado que, en esta medida de salir a hacer deporte, se favorezca de forma indirecta a los hombres. Esta cuestión debe reforzar nuestra reflexión y acción educativa, animando a ambos (chicos y chicas) a practicar deporte por igual, teniendo especialmente en cuenta el desigual punto de partida que existe entre ellos.
- En muchos hogares la ausencia de intimidad ha generado estrés, irascibilidad, aislamiento, depresión etc. Esto se ha reflejado en todos los miembros de la familia, si bien en los adolescentes ha sido uno de los grupos más vulnerables en esta situación, pues se encuentran en una etapa evolutiva en la que están conociéndose y adquiriendo habilidades para manejar estas situaciones de estrés. Así como el hecho de no poder socializar de una forma natural con sus iguales, sino por medio de las redes sociales, es una cuestión que hay que observar con especial atención de cara al desarrollo de su autoconcepto y autoestima.
- También hemos reflexionado sobre la importancia del impacto emocional en nuestro puesto de trabajo, y en nuestros equipos. En muchos equipos de trabajo se ha detectado la ausencia de autocuidado entre los miembros, en otros ha sido la oportunidad para incidir y tomar consciencia de la importancia de activar el autocuidado como herramienta posibilitadora de bienestar psico-emocional y social de los equipos de trabajo. Debemos recordar que como “cuidadores y cuidadoras de profesión” debemos cuidarnos a nosotros mismos, y generar ambientes de trabajo, y relaciones de equipo que supongan un apoyo, en las que haya confianza y donde podamos crecer juntas, es un aspecto esencial en nuestra profesión. ¿Creéis que podemos trabajar en cómo mejorar este aspecto?
- Por último, y con respecto a la intervención psico-socio-educativa, el hecho de que muchas veces el contacto haya sido de forma telemática ha generado en muchas mujeres, dificultades para exponerse delante de las cámaras, por timidez, apuro, vergüenza. Esta es una situación repetida en diferentes recursos y a la que hay que prestar atención por si necesitáramos de nuevo, en un futuro, tener contacto por esta vía.
En general en la Comisión se ha generado un debate muy interesante sobre lo que ha supuesto esta situación de pandemia y el proceso de confinamiento. Se habla de que tal vez, la “amígdala de la sociedad haya estado en alerta y con miedo y angustia”, por lo tanto, en situaciones así, se activa el comportamiento de hombres y mujeres que tenemos integrado y con el que convivimos de forma latente diariamente. Por lo que queda bastante claro que han sido muy visibles los roles tradiciones de género en actitudes y comportamientos diarios. Actitudes que hasta entonces podrían haber estado de alguna manera enmascaradas por discursos aprendidos y que respondían a cierta deseabilidad social.
En la comisión de Igualdad se toma consciencia del punto de realidad en el que estamos a nivel de equidad de género, y se reflexiona sobre posibles escenarios y sus consecuencias, así como diferentes aspectos a los que como profesionales debemos prestar especial atención.
Esperamos que estas reflexiones “en voz alta” hayan despertado en ti ganas de opinar y compartir inquietudes. Déjanos tus comentarios si es así.